lunes, mayo 17, 2010
miércoles, mayo 12, 2010
jueves, mayo 06, 2010
LUZ
Entre los matorrales me sorprendí un día hablando sobre lo absurdo que resultaba correr entre la invariable velocidad de la luz sobre la tierra, su día y su noche; acelerar el paso, hacer figuras en el pensamiento, hiper actuar en la invariabilidad constante… y me resultó tan triste hablar de ello mientras el auditorio se burlaba de mi discurrir.
Es que ellos ya sabían de aquel absurdo desde hace tantos años. - Ahhhh…. con razón se les ve remojarse, comer, dormir tan pasivos, como si nada pasara, pensé yo. Entonces no me quedó de otra, dejé de hablar, desaceleré el corazón y me hundí hacia las tibias aguas.
Unos años después salí de entre las olas del océano, me quedé en la orilla viendo pasar a los niños, a las familias felices, al sol; se acercó entonces un pequeño, uno de tantos, y me dijo que ya no intentara meter más que los pies al agua porque adentro vivía una orquídea gigante y que podría hacerla despertar si metía el cuerpo entero.
De todas formas yo sabía que a pesar de aquel riesgo a mí ya nada me podría pasar. Sin embargo, al poco tiempo se hizo una gran ola y comencé a hacer varias cosas en diferentes espacios.
Corrí a avisar a mi hermano para que escapara (pero no me escuchó); me fui surfeando hacia las montañas nevadas (ahí me mató la gran ola); corrí hasta una valla de alambre (ahí también percibí mi voz vibrar entre el agua y luego morí); ascendí como un gato hasta la montaña más alta; ahí se escucharon murmullos diciendo que no podría llegar, otros comentaron que yo estaba haciendo trampa.
Finalmente me halle en la cima, entre los sobrevivientes; en un cuarto cálido y frente a una ventana que se interpuso entre la mirada y lo que sucedía afuera, me pregunté en dónde estaría mi hermano y pensé que en realidad no valía la pena acelerar las malezas y las aguas flotantes para arribar a una mejor bahía, aunque la posibilidad de hacerlo resultara un excelente narcótico para vivir.